Cámara de Diputados aprobó la "Ley Amor de Papá"
12 de junio, 2013 13:27 CNNEl Senado [chileno] ya había votado esta iniciativa con un rotundo 30 a 0.
Por 98 votos a favor, la Cámara de Diputados [de Chile] aprobó el proyecto conocido como "Ley Amor de Papá", el cual busca tener la tuición compartida de los hijos de padres separados.
En entrevista con CNN Chile la Senadora de la Democracia Cristiana (DC), Soledad Alvear, abordó esta votación realizada por la Cámara Baja, lo cual considera como una "buena noticia".
La parlamentaria indicó que "para este domingo que es el día del papá hemos logrado aprobar una ley que va a ser un tremendo regalo para todos los papás de Chile".
Alvear entregó más detalles sobre esta nueva ley, explicando que "lo que cambiamos es que sea el interés superior del niño que debe tenerse presente para resolver quien queda a cargo".
Fuente: http://cnnchile.com/noticia/2013/06/12/camara-de-diputados-aprobo-la-ley-amor-de-papa
¿Puede alguien imaginar la cara de una feminista radical española al escuchar que una ley se llama "Ley Amor de Papá"?
Sin duda le parecería una denominación inapropiada y cursi. Le parecerá inapropiada porque da un protagonismo a los papás que de ninguna manera el feminismo puede soportar ni asumir. Y le parecerá, además, una denominación cursi. Se lo parecería por dos motivos.
Primero, porque si bien el feminismo español siempre reclama que entre los valores masculinos se afiance la ternura y el cariño hacia los hijos, son incapaces de creerse sus propias palabras: algo rechina en sus cerebros cuando escuchan juntas las palabras 'amor' y 'papá'... Y esto nos lleva al segundo motivo. El feminismo español no reclama la ternura en los varones para que ese valor se afiance. Lo reclama única y exclusivamente para denunciar y hacer notar que no existe (aunque eso sea falso, por supuesto). El amor de los papás existe, es un amor desinteresado y es un amor despreciado por el feminismo radical español.
Mientras en Chile ya se ha aprobado la ley de Custodia Compartida, en España esperamos un Proyecto de Ley cuya presentación el Gobierno del PP va demorando una y otra vez... Debía haber presentado ese Proyecto de Ley antes del inicio de 2013, pues ése fue su compromiso ante el Congreso en junio de 2012. Hablamos de un Proyecto de Ley nacional de Custodia Compartida que ha sido impulsado exclusivamente por el empeño de UPyD y contra los obstáculos que el PSOE e IU han colocado permanentemente siguiendo la estrategia marcada por el feminismo español más sectario. Estos partidos que llevan años oponiéndose a la custodia compartida por la simple razón de que ello es una exigencia (un interés) de la secta feminista cuyos votos les interesan a ellos deben saber que siempre les llevaremos en nuestros recuerdo. Siempre. Se dicen de "izquierdas" y "progresistas". Pero yo que soy ambas cosas les recuerdo que la izquierda es igualdad, no la defensa de intereses de partido... Y que el progresismo se demuestra con "razones", y no con la práctica mafiosa de una política sectaria e interesada. ¿"Izquierda progresista"? Lo que son es unos mierdas.
Recordemos un artículo que se publicaba hace justamente tres años en EL PAÍS escrito por la juez María Sanahuja (perseguida por el lobby feminista por este motivo) y en favor de una ley de Custodia Compartida en España:
Fuente: http://cnnchile.com/noticia/2013/06/12/camara-de-diputados-aprobo-la-ley-amor-de-papa
¿Puede alguien imaginar la cara de una feminista radical española al escuchar que una ley se llama "Ley Amor de Papá"?
Sin duda le parecería una denominación inapropiada y cursi. Le parecerá inapropiada porque da un protagonismo a los papás que de ninguna manera el feminismo puede soportar ni asumir. Y le parecerá, además, una denominación cursi. Se lo parecería por dos motivos.
Primero, porque si bien el feminismo español siempre reclama que entre los valores masculinos se afiance la ternura y el cariño hacia los hijos, son incapaces de creerse sus propias palabras: algo rechina en sus cerebros cuando escuchan juntas las palabras 'amor' y 'papá'... Y esto nos lleva al segundo motivo. El feminismo español no reclama la ternura en los varones para que ese valor se afiance. Lo reclama única y exclusivamente para denunciar y hacer notar que no existe (aunque eso sea falso, por supuesto). El amor de los papás existe, es un amor desinteresado y es un amor despreciado por el feminismo radical español.
Mientras en Chile ya se ha aprobado la ley de Custodia Compartida, en España esperamos un Proyecto de Ley cuya presentación el Gobierno del PP va demorando una y otra vez... Debía haber presentado ese Proyecto de Ley antes del inicio de 2013, pues ése fue su compromiso ante el Congreso en junio de 2012. Hablamos de un Proyecto de Ley nacional de Custodia Compartida que ha sido impulsado exclusivamente por el empeño de UPyD y contra los obstáculos que el PSOE e IU han colocado permanentemente siguiendo la estrategia marcada por el feminismo español más sectario. Estos partidos que llevan años oponiéndose a la custodia compartida por la simple razón de que ello es una exigencia (un interés) de la secta feminista cuyos votos les interesan a ellos deben saber que siempre les llevaremos en nuestros recuerdo. Siempre. Se dicen de "izquierdas" y "progresistas". Pero yo que soy ambas cosas les recuerdo que la izquierda es igualdad, no la defensa de intereses de partido... Y que el progresismo se demuestra con "razones", y no con la práctica mafiosa de una política sectaria e interesada. ¿"Izquierda progresista"? Lo que son es unos mierdas.
Recordemos un artículo que se publicaba hace justamente tres años en EL PAÍS escrito por la juez María Sanahuja (perseguida por el lobby feminista por este motivo) y en favor de una ley de Custodia Compartida en España:
María Sanahuja
16 JUN 2010 EL PAÍS
Por qué se está cometiendo la penúltima gran estafa a las mujeres en su
nombre? Si la mayoría convenimos que la primera condición para avanzar
hacia la igualdad de derechos es la independencia económica; si la gran
conquista en los últimos 30 años en España ha sido acceder masivamente a
la formación, que nos tenían vedada, y al mercado de trabajo; si las
mujeres hemos realizado una gran revolución silenciosa, como ha sido
retrasar la maternidad en 10 años, y reducir drásticamente el número de
hijos, como única posibilidad para ir ocupando espacios, por derecho
propio, como ciudadanas de primera; si nos hemos ido alejando del modelo
de la caverna, en que el reparto de funciones venía irremediablemente
marcado por la dedicación de unos a la caza y la guerra, y otras a la
reproducción, ¿por qué ese empeño en los últimos años en querer
recluirnos nuevamente en el hogar, al cuidado en exclusiva de los
hijos?, ¿por qué el feminismo mayoritario se muestra feroz con la
custodia compartida de los hijos, si al tiempo asume que la única
posibilidad de las mujeres, trabajadoras y madres, de tener espacios
personales y profesionales es dejar de cargar en solitario con su
cuidado y educación?
Es una estafa pedir en nombre del feminismo que solo las mujeres asuman el cuidado de los hijos
Somos una especie animal que, con los avances técnicos, ha podido
modificar los roles que la naturaleza ha impuesto para la supervivencia y
la reproducción, pues los riesgos de extinción nos vienen de otros
peligros. Las encargadas en exclusiva de la reproducción, al tiempo que
responsables de ancianos, enfermos y hombres, hemos ido adquiriendo
otros roles y ocupando espacios de poder y decisión, al menos en los
países mejor situados económicamente, pese a la brutal presión social y
las tremendas discriminaciones. ¿Cómo vamos a permitir que tanto
esfuerzo personal y colectivo se vea amenazado por corrientes de opinión
que pretenden imponer nuevamente esta carga a las mujeres? ¿Cómo vamos a
asumir en solitario la difícil y durísima tarea de cuidar de unos hijos
en unas sociedades complejas que exigen unas generaciones con un
elevado nivel de formación técnica y personal, al tiempo que trabajamos
fuera?
Lo que proponen esos grupos de presión es apoderar a las mujeres practicando una inicial expoliación al padre de sus hijos, pues apropiándose de estos se consigue de inmediato todo el pack (hijos, vivienda, pensión). Pero ese es un regalo envenenado para nosotras por varias razones. Dedicarnos en solitario a la educación y cuidado de los hijos limita brutalmente nuestro desarrollo profesional, relegándonos a niveles que no exigen tanta dedicación, lo cual irremediablemente se traduce en salarios menores. Si ejercemos nuestra función como educadoras con responsabilidad corremos el riesgo de ser las únicas malvadas que imponen hábitos y obligaciones, y si lo hacemos de modo irresponsable nos encontramos en poco tiempo con unos hijos asilvestrados e intolerantes a la más mínima frustración, que no dudan en acudir a la violencia, física o psíquica si no ven colmados sus crecientes deseos. Cuando los pequeños monstruos se emancipan, el propietario de la mitad de la vivienda de la que fue expulsado no duda en reclamarla, ya que en muchas ocasiones se vio obligado a regresar a su hogar materno, y en ese momento, cuando las mujeres tienen edades que rondan los 60 años, con escasos ingresos, no pueden adquirir la mitad de la vivienda, con riesgo de ser expulsadas.
El final del expolio inicial puede ser el que las mujeres se queden sin nada: sin profesión, porque no nos hemos dedicado a ella; sin espacios personales, al no disponer de tiempo, fuente de desequilibrios y frustraciones; sin casa; y sin unos hijos que, además, pueden formular serios reproches culpabilizando a las madres del alejamiento paterno, lo cual es fuente de conflicto y sufrimiento, al haberse quedado huérfanos con padres vivos, con un duelo que no se acaba.
El modelo que se propone con la custodia compartida es que en aquellos supuestos, minoritarios pero crecientes, en los que el padre quiere participar en la corresponsabilidad tantas veces exigida a los hombres, no solo no deben ponerse obstáculos, sino que se debe favorecer. Eso es lo mejor para los hijos, pues tienen unos progenitores que, cada uno según su criterio, hacen carreras de relevo en su agotador cuidado, y son educados en la pluralidad y en el respeto a las diferentes maneras de leer el mundo, completadas sin duda con la escuela, los amigos, las familias amplias, con Internet y la televisión. La custodia compartida no libera al progenitor con más ingresos de hacerse cargo de la mayor parte de los gastos. Por el contrario, potencia la voluntad de contribuir más porque se mantiene el contacto y afecto con los hijos, y aleja la tentación de aparentar inexistentes insolvencias, en un país con un importante nivel de economía sumergida y ahora en crisis.
A los hijos no se les puede imponer un modelo monoparental que les perjudica, cuando tienen padre y madre que quieren y pueden responsabilizarse de ellos. Y es precisa una jurisdicción especializada en familia, tantas veces reclamada, que de un modo eficaz intervenga y haga difícil la utilización de los hijos como armas en unos conflictos de los que siempre deben ser alejados si queremos construir una sociedad en igualdad, paz y progreso.
Fuente: http://elpais.com/diario/2010/06/16/opinion/1276639205_850215.html Lo que proponen esos grupos de presión es apoderar a las mujeres practicando una inicial expoliación al padre de sus hijos, pues apropiándose de estos se consigue de inmediato todo el pack (hijos, vivienda, pensión). Pero ese es un regalo envenenado para nosotras por varias razones. Dedicarnos en solitario a la educación y cuidado de los hijos limita brutalmente nuestro desarrollo profesional, relegándonos a niveles que no exigen tanta dedicación, lo cual irremediablemente se traduce en salarios menores. Si ejercemos nuestra función como educadoras con responsabilidad corremos el riesgo de ser las únicas malvadas que imponen hábitos y obligaciones, y si lo hacemos de modo irresponsable nos encontramos en poco tiempo con unos hijos asilvestrados e intolerantes a la más mínima frustración, que no dudan en acudir a la violencia, física o psíquica si no ven colmados sus crecientes deseos. Cuando los pequeños monstruos se emancipan, el propietario de la mitad de la vivienda de la que fue expulsado no duda en reclamarla, ya que en muchas ocasiones se vio obligado a regresar a su hogar materno, y en ese momento, cuando las mujeres tienen edades que rondan los 60 años, con escasos ingresos, no pueden adquirir la mitad de la vivienda, con riesgo de ser expulsadas.
El final del expolio inicial puede ser el que las mujeres se queden sin nada: sin profesión, porque no nos hemos dedicado a ella; sin espacios personales, al no disponer de tiempo, fuente de desequilibrios y frustraciones; sin casa; y sin unos hijos que, además, pueden formular serios reproches culpabilizando a las madres del alejamiento paterno, lo cual es fuente de conflicto y sufrimiento, al haberse quedado huérfanos con padres vivos, con un duelo que no se acaba.
El modelo que se propone con la custodia compartida es que en aquellos supuestos, minoritarios pero crecientes, en los que el padre quiere participar en la corresponsabilidad tantas veces exigida a los hombres, no solo no deben ponerse obstáculos, sino que se debe favorecer. Eso es lo mejor para los hijos, pues tienen unos progenitores que, cada uno según su criterio, hacen carreras de relevo en su agotador cuidado, y son educados en la pluralidad y en el respeto a las diferentes maneras de leer el mundo, completadas sin duda con la escuela, los amigos, las familias amplias, con Internet y la televisión. La custodia compartida no libera al progenitor con más ingresos de hacerse cargo de la mayor parte de los gastos. Por el contrario, potencia la voluntad de contribuir más porque se mantiene el contacto y afecto con los hijos, y aleja la tentación de aparentar inexistentes insolvencias, en un país con un importante nivel de economía sumergida y ahora en crisis.
A los hijos no se les puede imponer un modelo monoparental que les perjudica, cuando tienen padre y madre que quieren y pueden responsabilizarse de ellos. Y es precisa una jurisdicción especializada en familia, tantas veces reclamada, que de un modo eficaz intervenga y haga difícil la utilización de los hijos como armas en unos conflictos de los que siempre deben ser alejados si queremos construir una sociedad en igualdad, paz y progreso.
María Sanahuja Buenaventura, magistrada de la Audiencia Provincial de Barcelona, es miembro de Jueces para la Democracia y de Otras Voces Feministas.
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