SÓLO PARA MUJERES. Las medidas para varones son otras... |
Una vez más (en este blog ya hemos mostrado varios casos -pincha-), asistimos a un proceso judicial contra una madre por maltratar a un hijo y vemos que el desenlace le es favorable de un modo que jamás ocurre con un padre. No digo que no merezcan que el desenlace les sea favorable, lo que digo es que con arreglo a la ley española es injusto: lo es para quienes de partida no aceptamos la legitimidad de la Ley Integral contra la Violencia de Género (LIVG), por su esencial sexismo intolerable; pero también han de considerar injustos estos desenlaces favorables quienes creen que la LIVG es una ley legítima. Una vez establecida en el ordenamiento jurídico, la ley ha de aplicarse sin discriminación por razón de sexo, y sólo pueden explicarse esos desenlaces (muy distintos en función del sexo del acusado) desde el sexismo en la aplicación de la ley...
Claro que, de hecho, quien ve a la LIVG como una ley legítima es un sexista de tomo y lomo, o un sumiso negligente. No olvidemos que quienes promovieron esa ley preveían penar especialmente la violencia contra los hijos sólo si era ejercida por los padres (varones), y sólo se introdujo la equiparación de penas para ambos sexos en esos casos (cuando las víctimas son "personas especialmente vulnerables") durante la tramitación de la ley en el Congreso. Fue la ÚNICA MODIFICACIÓN introducida al proyecto de ley elaborado por las feministas radicales españolas (femifascistas), y éstas lo aceptaron de muy mala gana... Ya se ve que su poder totalitario tiene recursos para lograr que la LIVG sea, en su aplicación, sexista también en este punto (como lo es en su esencia, por más que en el Congreso le hayan dado una sumisa legalidad todos los partidos políticos, los mismos que asisten a su aplicación sexista con esa misma sumisión acrítica). Algunas mujeres padecerán, pese a todo, los abusos de la LIVG como los varones (pienso ahora en las madres que padecen alienaciones parentales y ven que son ninguneadas por el propio feminismo y los poderes del Estado que le sirve, obsesionados con negar la existencia de las alienaciones parentales porque les interesa presentar tales denuncias como meros inventos de "machistas maltratadores"), pero otras lograrán evitarlo gracias a estos mecanismos sexistas que sólo a ellas les están reservados por el "empoderado" feminismo.
Claro que, de hecho, quien ve a la LIVG como una ley legítima es un sexista de tomo y lomo, o un sumiso negligente. No olvidemos que quienes promovieron esa ley preveían penar especialmente la violencia contra los hijos sólo si era ejercida por los padres (varones), y sólo se introdujo la equiparación de penas para ambos sexos en esos casos (cuando las víctimas son "personas especialmente vulnerables") durante la tramitación de la ley en el Congreso. Fue la ÚNICA MODIFICACIÓN introducida al proyecto de ley elaborado por las feministas radicales españolas (femifascistas), y éstas lo aceptaron de muy mala gana... Ya se ve que su poder totalitario tiene recursos para lograr que la LIVG sea, en su aplicación, sexista también en este punto (como lo es en su esencia, por más que en el Congreso le hayan dado una sumisa legalidad todos los partidos políticos, los mismos que asisten a su aplicación sexista con esa misma sumisión acrítica). Algunas mujeres padecerán, pese a todo, los abusos de la LIVG como los varones (pienso ahora en las madres que padecen alienaciones parentales y ven que son ninguneadas por el propio feminismo y los poderes del Estado que le sirve, obsesionados con negar la existencia de las alienaciones parentales porque les interesa presentar tales denuncias como meros inventos de "machistas maltratadores"), pero otras lograrán evitarlo gracias a estos mecanismos sexistas que sólo a ellas les están reservados por el "empoderado" feminismo.
Cuando la acusada es la madre no ha de enfrentarse al femifascismo... No tendrá enfrente a una abogada acusándola desde la "perspectiva ideológica de género", ni a una fiscalía con orden de buscar una condena a toda costa, ni a un@s jueces "especialistas" y "sensibilizad@s" contra la violencia sólo si la ejerce un varón... Hemos visto en este blog casos en los que se han producido manifestaciones populares (con apoyo de la prensa) contra el procesamiento de la madre, pese a que incluso había lesiones en su hija, por leves que fueran. Las penas de cárcel siempre son, si se trata de madres, sustituidas por días de trabajos sociales al servicio de la comunidad. Los delitos pueden ser finalmente considerados meras faltas en algunos casos. También puede aparecer el Gobierno con un indulto si falla la vía judicial y es necesario para evitar la pena de alejamiento que ha de imponerse, porque así lo establece la LIVG, en todos los casos si hay condena (la pena de alejamiento e incomunicación es mucho más dramática que la pena de cárcel, pues ésta no se cumple si no hay antecedentes). Ninguno de estos desenlaces favorables que encontramos en casos de madres es concebible si el acusado es un varón. No tendrá nunca la "suerte" que ha tenido esta madre (noticia publicada en 20minutos.es):
Absuelta tras ser condenada por darle dos cachetes a su hija
Una joven valenciana ha pasado más de dos años sin ver a su hija después de ser condenada por un juzgado por darle dos cachetes y tirarle un estuche escolar. Ahora, la Audiencia Provincial de Valencia ha considerado que se trató de un hecho "puntual" y que le ampara el 'derecho-deber de corrección', y ha absuelto a esta mujer del delito de malos tratos en el ámbito familiar.
"Me encuentro como si estuviera a dos metros por encima del suelo, como si no pesara, y con ganas de volver a empezar con todo para pedir lo que me corresponda", ha indicado Lorena, quien comentó que estos dos años sin ver a su hija han sido un "infierno" que no le desea a nadie.
Lorena no entiende que la condenaran por dar dos cachetes "puntuales" a su hija después de que ésta le engañara continuamente y tuviera un mal rendimiento escolar. "Las leyes están para cumplirlas pero no se puede aplicar la misma ley a todos los casos", ha señalado la joven, quien ha incidido en que la sentencia de la Audiencia "recrimina" a la juez que la condenó inicialmente "por no haber aplicado la lógica" ya que, según dijo, "no había ni parte de lesiones, ni antecedentes y la niña declaró luego que fue un momento puntual".
La joven quiere concienciar a la sociedad y a los jueces en este sentido y que tengan presente que "a todos nos han dado una bofetada alguna vez". "Una cosa es que te ensañes con un niño, pero con esta ley hay mucha gente malintencionada que puede hacer mucho daño", ha apuntado Lorena quien, no obstante, y a pesar de decir que fue "algo puntual" ha admitido que no volverá a hacerlo.
Los hechos ocurrieron en noviembre de 2008, cuando la niña tenía ocho años de edad y su rendimiento escolar era "muy bajo". "Le encontré una libreta llena de dedicaciones negativas (de los profesores) y me disgusté mucho con ella. Me puse a llorar y ella me dijo que tenía razón y que no lo iba a hacer más", relató Lorena.
Días después, Lorena miró la cartera de la niña y se encontró más notas negativas de la niña. "Le di dos cachetes, la castigué y esto lo aprovecharon (la familia paterna) para denunciarme por malos tratos", dijo.
Malos tratos
Al día siguiente, Lorena no se despidió de su hija al mandarla al colegio con el abuelo, pues quería "demostrarle que estaba dolida con ella". Los abuelos paternos llamaron a la madre para llevar a la niña esa misma tarde al oftalmólogo, pero el oculista era realmente "la comisaría". "Le compraron la consola que yo le había prometido y con eso y las frases que le dijeron que dijera me denunciaron por malos tratos", indicó la joven.
La propia Lorena fue a comisaría a denunciar que la familia paterna no le devolvía a la niña y allí mismo quedó detenida. Posteriormente, el juzgado de lo Penal número 7 de Valencia la condenó a 56 días de trabajos sociales, le retiró la custodia y le impuso la prohibición de acercarse a la menor durante dos años.
"Fue muy fuerte", comentó Lorena, quien señaló que el ser acusada de malos tratos es algo que no va "a digerir" en su vida, ya que siempre ha "pecado de permisiva". "Fue algo puntual y mira lo que me ha costado, pero no lo volveré a hacer desde luego, porque he vivido este tiempo en un infierno", indicó la madre, quien comentó que salió culpable "sin parte de lesiones y sin antecedentes". "Todo humo", destacó. Lorena ha vivido estos dos años "como una pesadilla". "Casi me muero, es el mayor palo que me han podido dar en mi vida", ha destacado la joven.
Reencuentro con la pequeña
Tras la sentencia de la Audiencia de Valencia, Lorena ha podido ver a su hija en dos ocasiones en un punto de encuentro familiar. En un primer momento la niña no quiso ver a su madre pero la trabajadora social consiguió que accediera a verla. "Lo que tenía mi hija era miedo al enfado que yo pudiera tener con ella", indicó Lorena, quien comentó que la niña "se pensaba que iba a estar unos días con los abuelos y no pensaba en la repercusión que podría tener esta acción".
"Me senté a su lado y estaba como enfurruñada, sin mirarme. Le dije: ¿me quieres dar un beso? Me miró a ver si estaba enfadada y se tiró a mi cuello como si no hubiéramos dejado de vernos", ha relatado emocionada la madre, que espera ahora recuperar la custodia de la pequeña.
Lorena ha subrayado el contenido de la sentencia de la Audiencia que la absuelve de un delito de malos tratos y sólo la condena por una falta de maltrato de obra a la pena de un mes de multa con una cuota diaria de seis euros. "Dice que está claro que fue un hecho puntual, que era un correctivo, porque si (la niña) no cumple con sus obligaciones no puedes dejarla de la mano de Dios", comentó. "Es normal que un padre intente enderezar a su hija, otra cosa es aplicar la violencia con la intención de hacer daño", agregó.
"No merece reproche final"
La sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia reconoce que la mujer dio dos cachetes a su hija sin causarle lesión pero no entiende que pueda considerarse un delito de maltrato familiar. En este sentido recuerda sentencias de otros tribunales que consideran que acciones como un cachete, azote en las nalgas o bofetada sin intención de producir un menoscabo físico por su levedad y propinadas para corregir un comportamiento insolente, violento o agresivo por parte del hijo 'no merecen reproche penal'. Se aplica entonces el principio de intervención mínima y la jurisprudencia anterior al 'conocido como derecho-deber de corrección'.
Mi felicitación a esta madre, por supuesto. Y mi repulsa más indignada a los defensores de la LIVG (la defiendan por interés o por ingenuidad negligente), a quienes la administran y a quienes la aplican, tanto si lo hacen a rajatabla como si lo hacen con esta "permisividad" sexista hacia las madres, que no hace otra cosa, en realidad, que expresar la esencia misma de la LIVG: su sexismo.