lunes, 23 de mayo de 2011

Perplejidad entre los expertos en "violencia de género" españoles


La Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género (LIVG) fue aprobada en diciembre de 2004. Desde entonces ha habido alrededor de un millón de denuncias por "violencia de género", en su mayor parte sobreseídas. El número de mujeres asesinadas, fenómeno que constituye la justificación mediática de esa ley, no ha disminuido un ápice desde entonces.
Esa ley, que trata de "prevenir" esos asesinatos y situaciones de maltrato hacia la mujer en las relaciones de pareja penalizando con mayor gravedad a los varones que a las mujeres por los mismos actos, tiene como fundamento legal la suposición de que los varones ejercen violencia en las relaciones de pareja por causa de las circunstancias machistas de dominio que ejercen o tratan de ejercer sobre las mujeres. Por tanto, se dice, la ley es constitucional, pues no discrimina por razón de sexo, sino por las circunstancias culturales que explican una mayor agresividad de los varones hacia las mujeres que viceversa.
Hay que recordar que existen numerosísimos estudios internacionales que prueban que la violencia (no necesariamente física) en la pareja es bidireccional, y que afirmar que los varones son más violentos con las mujeres que viceversa es algo poco fundamentado, al menos en España. Es indudable que el número de mujeres que es asesinada por su pareja masculina es mayor que en el sentido contrario (un número aproximadamente cuatro veces mayor). Pues bien. Podemos concluir que la violencia de los varones hacia las mujeres parece tener consecuencias más graves en los casos de maltrato físico severo, lo cual no significa que en los casos de violencia menos grave las cosas sean igualmente más penosas hacia las mujeres de forma significativa...
La LIVG no es una ley que persiga especialmente al varón asesino, pese a que mediáticamente se presenta así. Es una ley que trata de "prevenir" los casos de violencia grave penando especialmente a los varones en las situaciones de violencia menos grave (que son aquellos en los que, de hecho, la violencia es claramente bidireccional...). La justificación legal, como he dicho, se ampara en las causas "machistas" de esa violencia, pero eso es algo que, en realidad, la LIVG presupone... Digo que lo presupone porque, por muy generales que pudieran ser esas circunstancias machistas en la sociedad española, es un mero prejuicio suponer que esa es la causa en todos los casos de violencia en la pareja de forma universal y sin que haya que probarlo en un juicio. Se vulneran, así, dos derechos constitucionales de los varones: se les aplica un agravante por machismo sin probarlo (¿presunción de inocencia?) y se les aplica porque son varones (discriminación por razón de sexo).
Para concienciar a la ciudadanía de la necesidad de esta ley, se desplegó toda una campaña mediática desde 2004 acerca de cada caso de violencia en la pareja con causa de muerte de una mujer, calificando en los medios a todos esos casos así: "otro caso de violencia machista". Y ello, sin que nadie tuviera jamás que probar que hubiera machismo alguno ni antes, ni después, ni durante el juicio... Veamos este "Protocolo de actuación periodística" del Gobierno de Cantabria publicado en 2007 (pincha). O las recomendaciones publicadas por el Consejo Audiovisual de Cataluña en 2009 (pincha). O este manual para la prevención de la violencia de género, con recomendaciones sobre su tratamiento en los medios de comunicación, publicado por el Observatorio de la Violencia de Género en Vizcaya en diciembre de 2010 (pincha).
Casos de Altheimer de personas desesperadas o cualesquiera otros engrosaron las cifras mezclados con casos de auténtica violencia machista o "de género". Ello ha sido ejecutado así conscientemente por la prensa, mediante códigos de autorregulación como éste, de enero de 2008, del diario Público (pincha). O este protocolo de la Asociación de la Prensa de La Rioja (pincha), en el que se previene frente a la "indulgencia" que se produce ante asesinatos de personas ancianas y enfermas, y en el que se dice lo mismo que vemos repetido en La Rioja argentina, gracias a la "cooperación internacional" española: se asegura que la violencia pasional "no existe" (pincha). Explícitamente, se acepta por parte de la prensa el dogma que afirma que, en todos los casos de violencia hacia una mujer, el varón actúa movido por un deseo de someter y controlar a su pareja. Algunos de los argumentos se refieren a asesinatos ("el celoso que mata, no mata por celos"), pero lo cierto es que en la ley (a la hora de la verdad) esos argumentos se utilizan también para justificar la extensión de ese tratamiento penal especial ("violencia de género") a todos los casos, tengan la gravedad que tengan. En todos ellos se presupone que el móvil del varón es siempre el deseo de dominio machista.

Ya antes de la aprobación, a propuesta del PSOE, de la Ley contra la Violencia de Género (diciembre de 2004), en 2002, y durante el Gobierno de Aznar, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales publicó un informe sobre Mujer, Violencia y Medios de Comunicación (pincha) en el que se decía esto, anticipando el futuro:
  • "¿Cómo acercarnos al porqué de la violencia contra las mujeres? Desde los años setenta la investigación de género sobre este problema no se centra, como es práctica productiva habitual en los medios, en explicarse porqué un determinado hombre maltrata a una determinada mujer, sino que busca entender porqué los hombres en general utilizan la fuerza física y estrategias de poder y de control con sus parejas y qué función tienen estas conductas en una determinada sociedad y en un contexto histórico específico. Desde esta perspectiva, pues, se señala12 que todas las investigaciones llevadas a cabo están de acuerdo en que es necesario enfocar el análisis desde cuatro puntos fundamentales: en primer lugar, la utilidad explicativa de la construcción de género y poder; en segundo lugar la necesidad de analizar la familia como una institución que estructura las relaciones entre hombres y mujeres de acuerdo al género y al poder. En tercer lugar, la necesidad de comprender y validar las experiencias de las mujeres, y en cuarto lugar, la necesidad de desarrollar teorías y modelos que reflejen de manera fidedigna las experiencias de las mujeres. Este enfoque del análisis es, cuando menos, el derecho que corresponde a todas las mujeres maltratadas y a las organizaciones feministas que fueron las primeras en luchar por conseguir poner en la agenda del debate público este problema ancestral".

Pero llegados a 2011, y con las cifras de asesinatos en los mismos niveles del principio de todo esto, los "expertos" están perplejos... El Gobierno habla de "efecto imitación", de modo que las noticias en los medios podrían desencadenar que el asesino se decidiese a "pasar a la acción" siguiendo los mismos pasos del asesino de la noticia que acaba de leer o ver por televisión (pincha y lee lo que piensan al respecto los medios de comunicación, así como los "modelos" informativos que el Gobierno sugiere presuponiendo el "machismo" en los casos)... Parece que el Gobierno socialista tratase de buscar responsables para explicar el fracaso de su ley... Por su parte, las asociaciones feministas que diseñaron la ley mano a mano con el Gobierno de ZP no están dispuestas a que se silencien estas noticias, y califican esa medida como un retroceso... Consideran que la LIVG es una buena ley, naturalmente, pero creen que el Gobierno debe poner más medios económicos (¿más dinero para la gigantesca y opaca industria del maltrato que ellas manejan?)... Creen, asimismo, que los jueces deben especializarse más... (no sé muy bien en qué, dado que la culpabilidad y la pena no dependen de que haya machismo o no lo haya, pues no hay que probar tal cosa, que se presupone, de modo que basta con que el juez examine el DNI para conocer el SEXO del acusado...). Y por supuesto, las asociaciones feministas insisten en que la LIVG no ha mejorado las cosas porque España sigue siendo un país machista, algo que las cifras de asesinadas probaría, de modo que es la desigualdad reinante la responsable del fracaso de la LIVG.

Ninguno de los "expertos" se ha parado a considerar siquiera la posibilidad de que en España, uno de los países del mundo con menos casos de asesinato de mujeres por violencia en la pareja, tengan incidencia en estos casos las desigualdades que se producen en los divorcios y separaciones en contra de los varones... Eso, que es un factor evidente como posible desencadenante de violencia, ni se contempla. Y tampoco se considera la necesidad de exigir de una vez por todas que el supuesto machismo de cada caso haya de probarse en el juicio... Esto serviría para evitar los abusos que la LIVG comete actualmente: 
1. Al presuponer esas circunstancias agravantes sin que haya que probarlas se vulnera la presunción de inocencia (algo que se acentúa durante el proceso judicial, al bastar la declaración de la acusación para una condena).
2. Al presuponerlas en los acusados varones por el hecho de ser varones, se produce una discriminación por razón de sexo.
Pero, además, exigir esas pruebas en los juicios permitiría detectar en qué grado es realmente el machismo un factor que explica los casos de violencia hacia las mujeres y en qué grado los factores son, más bien, otros.  Muchos especialistas en violencia hacia las mujeres han criticado la ley española precisamente por esta presunción de que todos los casos se explican por las circunstancias machistas. Citaré, por ejemplo, a Marie-France Hirigoyen, la especialista que ha asesorado al gobierno francés en su legislación, en la que los agresores son perseguidos con independencia de su sexo... Lo cual no impide agravar las penas en los casos de violencia causada por el machismo o en circunstancias machistas, si se desea, pero siempre que esas circunstancias se prueben...
Nada de esto interesa a nuestros "expertos" y "expertas", que se entretienen, sumidos en la perplejidad (pincha), en discusiones bizantinas bastante ridículas como ésta que, surgida tras la propuesta del Gobierno de limitar la información sobre asesinatos de mujeres por sus parejas (pincha), publica hoy el diario EL PAÍS:

ELPAÍS.COM

REPORTAJE: Vida & Artes - Mujeres

Ocultar la violencia nunca ayuda

La idea de que los crímenes machistas se producen por imitación no responde a datos precisos - Expertos temen que se abandone la línea de hacer visible el drama

M. R. SAHUQUILLO / CH. NOGUEIRA 23/05/2011

Cambio de discurso. Tras insistir durante años en la importancia de que los medios de comunicación informen sobre la violencia de género para hacer visible el problema y luchar contra él, el Gobierno da un giro. Desde el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad se lanza ahora el mensaje de que la imitación -como consecuencia de la difusión de los casos- está detrás de uno de cada cuatro crímenes machistas. Para ello se basa en un estudio que los expertos consideran poco riguroso por contar con una muestra demasiado pequeña. Las asociaciones de mujeres ponen el grito en el cielo ante esta nueva línea. Creen que tira por tierra buena parte del camino recorrido.
El estudio de Igualdad, elaborado por la Universidad de Granada y presentado el pasado día 12, ha analizado la concentración temporal de los asesinatos machistas ocurridos en los últimos ocho años. Su conclusión es que tras un crimen de género existen 1,67 veces más posibilidades de que se produzca otro al día siguiente y también aumenta la incidencia diez días después. Igualdad lo achaca al efecto imitación o "paso a la acción" y concluye que ese factor puede estar presente en el 25% de los crímenes de género. "Hay agresores que ya están pensando en asesinar a sus parejas y que al ver una situación similar en las noticias deciden llevar a cabo esa acción", argumenta el delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, Miguel Lorente. Una tesis que Igualdad baraja desde hace tiempo y que considera probada ahora. El siguiente paso será analizar las características de los asesinatos y los medios para cometerlos.
El estudio, realizado por el catedrático de Bioestadística Juan de Dios Luna del Castillo, analiza la fecha de los 545 asesinatos machistas ocurridos desde 2003. El autor califica los resultados de "concluyentes". Para el delegado son "clarificadores". Califica el trabajo como "muy potente". "También se hacen estadísticas de enfermedades raras, aunque su número sea muy bajo", aduce.
"No hay estudios científicos en la bibliografía internacional que apoyen ese punto de vista", replica Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica y experto en criminología y victimología. Escéptico hacia las revelaciones de Igualdad, puntualiza: "Es prematuro llegar a las conclusiones que plantea sobre la concentración de homicidios. Hay que ser cauteloso, porque 60 o 70 casos al año es una muestra pequeña para estudiar el fenómeno desde el punto de vista estadístico; y hay que tener en cuenta también otras hipótesis explicativas de esa concentración, como que hay fechas con significación social, como las navidades o el verano, en las que también se produce una concentración de casos". Con todo, este experto en violencia machista apunta la posibilidad de que el nuevo estudio abra puertas interesantes.
Echeburúa detalla que por imitación pueden entenderse dos cosas: la creación de una conducta, y el desencadenamiento de la que ya está en el repertorio de una persona. Es esa última, el efecto desencadenante, la que sí puede tener alguna relación con las noticias sobre violencia de género, opina. "Aunque un desencadenante es un componente más, nunca es determinante", matiza. Una noticia sensacionalista sobre un crimen de género podría funcionar "como la gota que colma el vaso", pero solo en maltratadores graves, apunta.
¿Se perciben las noticias como palanca para la acción de los maltratadores? No, según Vicente Magro, presidente de la Audiencia Provincial de Alicante y pionero en poner en marcha cursos de reeducación por los que han pasado 4.000 agresores. "Se suele hablar con ellos sobre la motivación que les lleva a maltratar, para rebatirla en la terapia de los psicólogos. Citan los celos, los problemas personales, la influencia de la familia o el alcohol y las drogas. A tenor de sus respuestas, la influencia de los medios de comunicación en su conducta es prácticamente nula. Inapreciable", puntualiza.
En la misma línea apunta la psiquiatra Orlanda Varela, con amplia experiencia en el tratamiento en prisión de agresores con condenas graves por violencia de género. Asegura que, en el relato de cómo se produjeron las agresiones, ninguno de sus pacientes se ha referido a los medios de comunicación. "No mencionan que las noticias les hayan estimulado a hacerlo", dice. Pero como Echeburúa, Varela tampoco encuentra descabellado el factor "paso a la acción" en estas agresiones. "El conocimiento de un crimen y sus detalles puede contribuir a que una persona que ya lo tenía pensado decida hacerlo, pero la única forma de probar la influencia de ese factor es una investigación epidemiológica a fondo, algo que aún no se ha hecho", detalla.
La presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, Inmaculada Montalbán, cree que habrá que seguir investigando y profundizando para comprobar la existencia de ese "efecto llamada". En cualquier caso, sostiene que los medios de comunicación deben seguir informando de los casos de violencia contra la mujer. "También de los casos extremos, porque la sociedad tiene derecho a conocer las violaciones de derechos humanos. Los medios tienen la obligación de contarlo. Eso sí, con seriedad y rigor, explicando cuáles son las causas, consecuencias y con la idea de fomentar el rechazo y crear opinión, una opinión de no tolerancia", dice. Otras muchas voces están de acuerdo con ella. Y en Igualdad matizan en que no se trata de silenciar en los medios sino de que informen de manera "ética y responsable". Algo en lo que se ha avanzado mucho, según han reconocido responsables políticos y expertos, aunque coincidan en que queda camino por recorrer.
Las asociaciones de mujeres que desde los años noventa del pasado siglo lograron llevar a primer plano la lucha contra la violencia machista contemplan estupefactas los argumentos que se manejan ahora desde el ministerio. Algunas de las protagonistas que se fotografiaron con el presidente Rodríguez Zapatero en La Moncloa cuando impulsaban la Ley contra la Violencia en 2004 -la primera promesa electoral cumplida por el Ejecutivo socialista- critican con dureza el cambio de discurso.
"No veo evidencias claras de que haya relación entre información y emulación", afirma Enriqueta Chicano, una de las protagonistas de aquella imagen como presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. "Con falta de información no se resuelve ningún tema. Y tampoco este", subraya. "Cuando ha habido películas o series tipo Superman, algún niño que se ha tirado por la ventana pensando que iba a volar. Pero nadie ha prohibido esas emisiones", ironiza.
"Cuando empezamos a luchar contra la violencia de género, a mediados de los años noventa, cada cinco días moría una mujer a manos de su pareja o ex pareja y se denunciaba la impunidad de los agresores. Ahora se les persigue y la estadística es más o menos la misma. Lo que ocurre es que no resolvemos el origen del problema, que está en la desigualdad", concluye Chicano.
"Hablar de efecto imitación en violencia de género es una locura y un error", exclama una histórica del combate contra las agresiones machistas presente en aquella foto, Ana María Pérez del Campo, presidenta de la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas. "Estos criminales no matan por imitación, sino porque quieren acabar con una mujer", afirma antes de preguntarse: "¿Hay emulación en otros delitos como atracar una joyería o robar un banco? ¿Alguien lo analiza? ¿Entonces por qué preguntárselo en el caso de las víctimas de la violencia de género?".
"Seguir las directrices que emanan de lo del efecto imitación lleva a la ocultación del problema, lo que favorecería la impunidad. El silencio favorece al agresor. Acallar estos delitos es volver atrás en el túnel del tiempo". "Hay que coger el toro por los cuernos. Cuando se es político, hay que tener valor y decir que no es que haya imitación en las conductas de los agresores, sino que España sigue siendo machista y que el patriarcado subsiste", concluye Pérez del Campo.
"Cuando las cifras les favorecen, lo achacan a la ley de violencia, que es muy importante, y a las políticas del Gobierno. Cuando no los favorecen dicen cosas como esta del efecto emulación", asegura Consuelo Abril, portavoz de la Comisión contra los Malos Tratos, otra de las organizaciones que contribuyó a la puesta en marcha de la Ley contra la Violencia de Género.
En opinión de esta tercera protagonista de la foto de 2004, la línea que ha emprendido la Delegación del Gobierno contra la Violencia al hablar imitación en las agresiones es "una cortina de humo", "un argumento sin fundamento". "Ya se hizo algo parecido cuando se comenzó a analizar la proporción de mujeres inmigrantes que moría a manos de su pareja o ex pareja y se empezó a deslizar eso de que morían por ser extranjeras cuando el Estado de derecho tiene que proteger a todos por igual", añade Abril.
"El argumento de la emulación se desvanece si se va un poco más allá. Un crimen de género requiere una elaboración, una acumulación de motivos y de odio hasta perder el sentido y quitar la vida. Crear el monstruo lleva tiempo. No se mata porque se vea en televisión un crimen de género", señala Abril. En cambio, destaca dos de los problemas de fondo que, a su juicio, subsisten en la lucha contra las agresiones machistas. Por un lado, "la falta de medios" que aún acarrea en algunos aspectos el desarrollo de una ley "muy buena". Por otro, "la falta de formación de los jueces".
"Si el estudio se plantea para vender a los medios que la publicación de noticias sobre violencia puede generar más violencia, está mal enfocado. Una de las cosas que quedó clara la década pasada fue la necesidad de que el problema se hiciera visible desde los medios de comunicación", asegura Ángeles Álvarez, portavoz de la Red de Organizaciones contra la Violencia de Género cuando la ley inició su camino y también presente en la foto con Zapatero.
"El problema no está en que se hable en los medios, sino en cómo se haga y eso es algo que los propios medios han debatido mucho. Espero que no saquen la conclusión de que no hay que publicar estas informaciones y que sigan dándolas y esforzándose por hacerlo bien. Lo más importante es lanzar el mensaje de que no hay impunidad", resalta.
Álvarez recuerda que se ha formado un grupo de expertos para rebatir el estudio de Igualdad sobre el efecto imitación en los crímenes machistas. "No es un trabajo solvente. Con los datos que maneja, se puede hablar de emulación, pero también de lo contrario", afirma. "El mensaje va en contra de toda la política que hemos estado haciendo", lamenta.
"Centrar el discurso en que hay un efecto imitación es limitado. A lo mejor se produce, pero para saberlo sería preciso un análisis más selectivo", plantea Ángela Cerrillos, al frente de la asociación de mujeres juristas Themis. "Hay que seguir incidiendo en la visualización del problema en los medios, formando a los operadores jurídicos y concienciando a los poderes públicos", opina. Pero también considera necesario hacer una evaluación de la Ley contra la Violencia de Género, al menos en lo que se refiere a los juzgados especializados en esta materia. La norma lleva ya casi siete años vigente y aún hay algunas carencias. Eso es lo que preocupa a las asociaciones.

Fuente:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Ocultar/violencia/ayuda/elpepisoc/20110523elpepisoc_1/Tes

2 comentarios:

  1. Hola, voy a probar si me deja comentar. Si me deja, ya comento luego :P

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  2. Sobre el articulo 227 del Codigo Penal que persigue al marido divorciado durante año amenazandole con la carcel podriamos cita a La propia Simone de Beauvoir .
    Ella en la pag 262 de "el Segundo Sexo" dice textualmente:
    Es un lugar común declarar que en los matrimonios modernos, y sobre todo en Estados Unidos, la mujer ha reducido al hombre a esclavitud. El hecho no es nuevo. Desde los griegos, los varones se han quejado de la tiranía de Jantipa; la verdad es que la mujer interviene en dominios que en otros tiempos le estaban vedados; conozco, por ejemplo, mujeres de estudiantes que aportan al éxito de su hombre un encarnizamiento frenético; regulan el empleo de su tiempo, su régimen, vigilan su trabajo; los apartan de todas las distracciones, y poco falta para que los encierren bajo llave; también es cierto que el hombre se halla más desarmado que antes frente a este despotismo; reconoce a la mujer derechos abstractos y comprende que ella no puede concretarlos sino a través de él: será a sus propias expensas como compensará la impotencia y la esterilidad a las que está condenada la mujer; para que se realice en su asociación una aparente igualdad, es preciso que sea él quien dé más, puesto que también posee más. Pero, precisamente, si ella recibe, toma, exige, es porque es la más pobre. La dialéctica del amo y el esclavo encuentra aquí su aplicación más concreta: al oprimir, uno se convierte en oprimido. Su propia soberanía es la que encadena a los varones; la esposa exige cheques, porque únicamente ellos ganan el dinero, porque solamente ellos ejercen un oficio en el que ella les impone la necesidad de triunfar, porque exclusivamente ellos encarnan la trascendencia que ella quiere arrebatarles al hacer suyos sus proyectos, sus éxitos. E, inversamente, la tiranía ejercida por la mujer no hace sino manifestar su dependencia: ella sabe que el éxito de la pareja, su porvenir, su felicidad, su justificación, están en manos del otro; si trata de someterlo a su voluntad por todos los medios, es porque está enajenada en él. De su debilidad hace un arma; pero el hecho es que es débil. La esclavitud conyugal es más cotidiana y más irritante para el marido; pero es más profunda para la mujer; la mujer que retiene al marido a su lado durante horas porque se aburre, le veja
    y le fastidia; pero, a fin de cuentas, él puede pasarse sin ella mucho más fácilmente que ella sin él; si él la deja, será ella quien verá arruinada su vida. La gran diferencia {551} consiste en que, en la mujer, la dependencia está interiorizada: es esclava incluso cuando se conduce con una aparente libertad, en tanto que el hombre es esencialmente autónomo y lo encadenan
    desde fuera. Si tiene la impresión de ser víctima, es porque las cargas que soporta son las más evidentes: la mujer se nutre de él como un parásito;

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