sábado, 7 de enero de 2012

La trampa: el feminismo sexista habla de machismo "estructural" pero lo supone "universal"


Si piensa usted que las mujeres casi siempre son víctimas y casi nunca son agresoras, debe usted echar un vistazo a esta buena cifra de casos de mujeres maltratadoras y asesinas en el ámbito doméstico en España durante el año 2011 (pincha aquí). Nótese que estoy hablando esencialmente de violencia física. Si hablásemos también respecto a la violencia psicológica, sé que usted no tiene ninguna duda de que la mujer la practica tanto o más que el hombre y con las mismas o peores consecuencias.
"El feminismo se ha convertido en la incontrovertible ortodoxia, incluso en la mayoría de las instituciones más aparentemente conservadoras, y maneja todo el programa de la política social doméstica", dice Melanie Phillips. "Sin embargo", añade, "esta ortodoxia no se basa en los conceptos de equidad o la justicia o la solidaridad social. Se basa en la hostilidad hacia los hombres" (pincha). Lee ese artículo para comprobar que vivimos en un constante prejuicio cuando se nos repite, una y otra vez, que las mujeres son siempre victimas y los varones, siempre victimarios...
En España ya sabemos desde comienzos de este milenio que las encuestas realizadas y la información publicada respecto a la violencia doméstica o la violencia de género tienen un marcado sesgo ideológico sexista a favor de las mujeres y en contra de los varones. Lo sabemos, digo, gracias a estudios como el Informe Iceberg (o Informe Pelícano), publicado en 2001 (pincha).
Pero si aún tiene usted alguna duda acerca de la bidireccionalidad de la violencia en la pareja, entonces sin duda desaparecerá si lee este análisis comparativo de 400 estudios internacionales sobre violencia en la pareja, publicado por Javier Álvarez Deca en enero de 2012 bajo el título de 400 razones contra un prejuicio (pincha), cuyas actualizaciones irán publicándose en esta web: “Políticamente incorrecto, estadísticamente correcto” (http://www.escorrecto.org)

El día 3 de enero tuvo lugar el primer asesinato de una mujer a manos de su pareja masculina en 2012, y ello fue publicado en todos los medios de prensa y condenado por las autoridades, incluida la ministra Ana Mato (pincha) En la noticia que aparece en ese enlace se da por hecho que se trata de un caso "violencia de género" por el mero hecho de que el "presunto" asesino es el novio de la víctima, sin que nadie haya probado que hubiera una relación de pareja marcada, objetiva o subjetivamente, por el machismo. Como es habitual, no hace falta probar esas cosas. Teniendo en cuenta que eran novios (relación afectiva de pareja), se contabiliza sin más consideraciones como la primera víctima por "violencia de género" ("violencia machista"). Una violencia, la "de género", que pena de forma más grave los mismos hechos cometidos por un varón que si los comete una mujer, pero sólo si se trata de agresiones sin resultado de muerte, precisamente, pues si hay un asesinato no se prevé ninguna medida especial de discriminación penal. ¿Por qué entonces siempre se habla de las asesinadas para justificar una discriminación penal que sólo afecta a los casos menos graves, en los que no hay tal diferencia estadística? En cualquier caso, ante este primer asesinato ya hemos oído que la "violencia de género" es la "prioridad de las prioridades", en palabras de la recién estrenada y ya adoctrinada ministra del Gobierno del PP, Ana Mato. 

Pero hablemos claro: en realidad la prioridad de las prioridades es la violencia que sufran mujeres a manos de su pareja o ex pareja masculina, haya machismo o no lo haya en esa relación de pareja, y por eso no hace falta probar que hay tal machismo (objetiva o subjetivamente) en una relación concreta sometida al veredicto de un juez de violencia "de género". Sin embargo, por supuesto, esta verdad incuestionable ha de ocultarse al público. Porque, si se dijera pública y claramente la verdad, entonces ya no se podría usar la expresión "violencia de género" (violencia debida a la cultura machista), y habría que reconocer que es el sexo el único criterio tenido en cuenta, en realidad. Y decir eso sería tanto como reconocer la inconstitucionalidad de la ley de violencia aplicada en este momento... Así que hay que recurrir a una trampa.

Esta trampa consiste en hablar de un machismo que está en todas partes, se vea o no se vea; un machismo que afecta a todas las parejas afectivas, lo sepan o no lo sepan las personas implicadas; un machismo al que se llama, tramposamente, "estructural" pero al que se da en realidad un rango universal y, por eso, contra el que se cree justificado aplicar una ley (la ley de violencia de género), asimismo universal...

El "machismo estructural" (una categoría cultural o sociológica) es la abstracción, oportunamente difusa, con la que el totalitarismo feminista ha materializado y apuntalado el sexismo (el sexo como criterio de discriminación) en la ley española... Cabría calificar esta tramposa imposición como totalitarismo papanatas. Porque sólo un papanatas puede tomar en serio que una abstracción antropológica o sociológica de moda ("machismo estructural") pueda representar en la sociedad española algo más que una situación de carácter general, pretendiendo convertirla en una ley universal aplicable a todas las parejas de españoles concretos

Ninguna ciencia social (salvo cuando se degrada ideológicamente -interesada y acríticamente-, como hace en este caso el feminismo) se atrevería a convertir sus generalizaciones "estructurales" en leyes universales, porque mantener esa distinción es cabalmente lo que permite distinguir el estudio de los seres humanos del estudio de las piedras, por ejemplo. Los seres humanos (pero no las piedras) toman decisiones, no pocas veces sorprendentes y ajenas a lo previsto... Y es precisamente de sus decisiones de lo que los ciudadanos son responsables ante la justicia, que es de lo que se supone que estamos hablando.

Cuando se justifica un agravamiento de las penas de forma universal a todos los varones (establecido así en la ley de violencia de género vigente) fundamentándolo en el "machismo estructural" que nos rodea, se comete una estupidez que conduce al menos a tres injusticias. Es una estupidez, porque exige suponer que lo "estructural" (el machismo) no sólo es general, sino que es universal (lo que justificaría entonces, y sólo entonces, una ley de aplicación universal que se oponga a la ley universal supuesta). Esta suposición incurre, naturalmente, en una falsedad lógica estúpida que suprime, además, la noción misma de libertad humana.

Ello implica como mínimo tres injusticias:

1. Al suponer que el machismo esta universalmente presente en la vida de todas las parejas se está negando (acaso inconscientemente) la libertad humana para llevar una vida ajena a determinaciones machistas, pero al mismo tiempo la ley de violencia de género castiga al ciudadano como responsable de ese comportamiento machista. Eso es sin duda injusto. Ojo, no estoy diciendo que los ciudadanos machistas no sean responsables de su comportamiento. Lo que digo es que suponer que todas las parejas viven necesariamente (por eso no hay que probarlo) una relación machista sí liberaría plenamente de responsabilidad a quien se comportase del modo supuestamente establecido como universal. Yo no comparto esa suposición de universalidad, y por eso mi punto de vista podría castigar un comportamiento machista sin ser injusto. Claro que mi punto de vista exige probar que el machismo está presente para poder castigarlo, pues no está presente necesariamente.

2. Esa suposición de universalidad que se esconde tramposamente tras lo que llaman sólo "machismo estructural" implica una segunda injusticia, porque se castiga al ciudadano en función de su sexo masculino, al que universalmente (y no sólo "estructuralmente"...) se adjudica una posición objetiva y/o un deseo subjetivo de dominio que es falso que sean universales en los varones emparejados. Este sexismo mal disimulado es inconstitucional.

3. La tercera injusticia consiste en privar al ciudadano de sexo masculino de su derecho a la presunción de inocencia, cuyo respeto exigiría probar que esa supuesta posición (objetiva) o deseo (subjetivo) de dominio se concretan en su caso más allá de lo que el tramposamente llamado "machismo estructural" prejuzga (con un fallido disimulo) que ha de tener lugar en todos los casos.

El 8 de enero de 2012 se publicó en EL PAÍS una entrevista a Inmaculada Montalbán (pincha), presidente del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, aunque sólo se ocupa, en realidad, de la violencia de género (quizá por eso el periódico EL PAÍS habla del "Observatorio contra la Violencia de Género", sin más, en la presentación inicial de esta señora...). Creo que lo esencial de la entrevista es esta afirmación de la señora Montalbán: "Gracias a una reforma, hoy todos los jueces que quieren ocupar un juzgado de violencia deben hacer curso previo... Y ahí toman nociones del carácter estructural de la violencia, características, concepto de género. Salvo excepciones, la generalidad lo ha comprendido." ¿Alguno de ustedes ha leído en alguna parte una explicación a por qué una violencia "estructural" ha de considerarse "universal" (en todos los casos), lo que explicaría por qué no hay que probar que hay machismo en el caso juzgado? ¿Qué es, pues, lo que les explican a los jueces en ese "curso"? ¿A mirar el sexo del acusado en su DNI?... Esta señora tan lista sin duda podría explicar esto. Pero jamás lo ha hecho...

Lo que sí ha hecho la señora Montalbán ha sido impulsar y aprobar, desde su cargo en el CGPJ, un informe (pincha) en el que se pide un cambio en la ley de violencia de género que haga más explícito que no hay que probar el machismo, para evitar así que el Tribunal Supremo siga emitiendo sentencias en las que exige que se prueben las circunstancias machistas del caso juzgado, contra la letra y el espíritu sexistas de la ley de violencia de género que, como todo el mundo sabe (menos el Tribunal Supremo, para fortuna de quienes llegan a esa alta instancia), presupone que el machismo es la causa de todas las agresiones (por leves que sean) que una mujer sufra de su pareja o expareja. De modo que si hay una agresión (una "coacción leve", por ejemplo), es obvio que ha de haber machismo, ¿no?... Para qué tomarse la molestia de probarlo, ¿verdad? Se aplica ese agravante al varón correspondiente y todos tan contentos. Pues va a ser que no, querida señora...

¿Debo decir que cada minuto que pasa sin que se explique por qué lo "estructural" ha de considerarse "universal" es un minuto más de totalitarismo feminista papanatas (pincha)? Estoy esperando la explicación que pueda convencer a un ser racional de que la ley de violencia de género no es una ley sexista. Pero, ¿desde cuándo el totalitarismo da explicaciones?

2 comentarios:

  1. Muy completo su articulo y muy bien explicado, le agradezco mucho, lo tengo en cuenta para argumentar con el.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, William. Disponemos de argumentos. Sólo falta que exista un debate público y abierto (democracia) en la sociedad, y que los políticos lo faciliten escuchando a todas las partes en lugar de abonarse al "discurso único" (sectario) del feminismo por puro interés electoral. Confío que los partidos políticos que vienen subordinando la justicia a sus cálculos electorales tengan una vida política muy corta. Trabajemos para ello. Saludos.

    ResponderEliminar