Francisco Fontcubierta |
"Nadie vino a preguntarme: 'Oye, ¿esto es cierto?"
Francisco Fontcubierta quiere contar su historia. Fue absuelto de una acusación de abusos a su hija y ahora tiene la custodia compartida
Francisco Fontcubierta señala que quiere contar lo ocurrido. Asegura que padeció un "vía crucis" tras ser imputado por abusos a su hija, acusación de la que fue absuelto, y, tras obtener la custodia compartida, desea exponer su historia. Lamenta que nadie quiso escucharlo nunca.
"La historia es universal, si bien tiene ciertos ribetes de anormalidad, aunque en estos tiempos no tanto. La de un padre que lucha por su hija, con una conciencia muy aguda de los vínculos existentes y con un ánimo de conquistar ese espacio enormemente".
"Esto parte de una separación de una convivencia muy breve. Hay una sentencia en 2002 en la que se establece el régimen que iba a imperar durante el tiempo que estuviese la niña en la guardería. Yo veía a mi hija 3 días en semana y los fines de semana. La madre me pide que renuncie a los tres días para verla solamente un fin de semana alterno. Yo digo que no renuncio y a partir de ahí se inicia una tensión soterrada en principio que se va incrementando hasta acabar en la acusación por abusos sexuales", indica Fontcubierta, que añade que la acusación fue cursada a través del Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía (SAVA), censurando y criticando cómo se hizo y que por ello reclamó ante diversas instancias e instituciones.
"Solo entrevistan a mi hija y a la madre y a mí me ignoran, a pesar de que yo curso petición para que puedan valorar el perfil que yo presento".
"El juzgado aplica medidas cautelares y estoy un año sin ver a mi hija. Se produce el juicio, salgo absuelto en la sentencia posterior y recupero los derechos de visita. Pero eso se vuelve a trastocar cuando hay otra acusación por malos tratos. Paso por calabozos. Inmediatamente después se aclara la situación".
"Como todo esto es una maquinaria, esta maquinaria se pone en marcha y ya no hay más apelación. En ese ínterin, hasta que yo llego al juicio, acudo a todas las instituciones que puedo acudir, el Defensor del Pueblo, Junta de Andalucía, Consejería de Justicia, Dirección General de la Policía, Consejo General del Poder Judicial, haciendo referencia a lo que yo considero abusos, pero la maquinaria institucional tiene otra manera de enfocarlo".
"No hay ningún tipo de apoyo institucional y acudo finalmente a una psicóloga que trabaja en Valencia, del Instituto Sobre la Violencia, que tiene un equipo puntero que ha definido los protocolos que hay que seguir", continúa Fontcubierta, que expone que este apoyo le ayuda a rechazar un informe de una trabajadora social emitido en el curso de la instrucción judicial y cuya validez puso en duda.
Estos hechos acontecen entre 2004 y 2006.
"En la actualidad hay un convenio de mutuo acuerdo en el cual se regula el régimen de estancia y convivencia con nuestra hija que consiste en una semana con uno y otra semana con otro. Los gastos cada uno los soporta en esa semana y los extraordinarios a medias. Algo tan sencillo como esto me ha costado casi 13 años alcanzarlo. Mi hija, con su crecimiento y edad, ha colaborado que las cosas vayan a su sitio, reivindicando que tiene derecho a su padre".
"Tengo ahora regularizadas y normalizadas las relaciones con mi hija, pero eso a base de un sufrimiento mayúsculo, nauseabundo, que no tiene ningún sentido desde el convenio que ahora regula las relaciones entre mi hija y yo. Como yo he tenido que sufrir escarnio público y social ahora quiero públicamente presentar mi testimonio a la sociedad. Es mi manera de reivindicar que yo he tenido un comportamiento honesto, que he sido un padre ejemplar y que finalmente he alcanzado lo que yo venía pretendiendo, que era tener una convivencia normalizada y equilibrada con mi hija".
"Yo salgo hoy y doy la cara y eso supone para mí someterme de nuevo al escrutinio social, cosa que no me preocupa ni me asusta".
"Me vi afectado en todos los órdenes, a nivel de amistades, a nivel familiar, laboral, de todo, porque la gente te mira y lo primero que se plantea no es si tú eres inocente o no, sino este tío qué habrá hecho".
"El sistema actúa como una picadora de carne. Yo percibí una total falta de interés por el testimonio que yo podía prestar. Hubo un desamparo absoluto", abunda Fontcubierta.
"No hubo una sola persona, excepción gloriosa del abuelo materno, que se acercara a mí a preguntarme si yo había cometido abusos sexuales".
"Nadie vino a preguntarme: 'Oye, ¿esto es cierto?' Es imposible levantar la voz en esta sociedad cuando nadie te quiere escuchar y yo no la dejé de levantar en ningún momento. Tuve un año de alejamiento de mi hija, nadie se preocupó si yo sufría o no. Descubrí un fondo mío que no tenía conciencia de que existía, me crecí con la lucha, me cultivé con la lucha y me curtí con la lucha y eso dio como resultado una presencia de ánimo y una conciencia muy aguda de lo que es el sistema y de cómo hay que actuar. El sistema está previsto para unas determinadas cuestiones. Si tú no tienes los requisitos que esas cuestiones establecen, el sistema no hace nada por ti; al contrario, te tritura. Es la realidad que yo he vivido".
"La historia es universal, si bien tiene ciertos ribetes de anormalidad, aunque en estos tiempos no tanto. La de un padre que lucha por su hija, con una conciencia muy aguda de los vínculos existentes y con un ánimo de conquistar ese espacio enormemente".
"Esto parte de una separación de una convivencia muy breve. Hay una sentencia en 2002 en la que se establece el régimen que iba a imperar durante el tiempo que estuviese la niña en la guardería. Yo veía a mi hija 3 días en semana y los fines de semana. La madre me pide que renuncie a los tres días para verla solamente un fin de semana alterno. Yo digo que no renuncio y a partir de ahí se inicia una tensión soterrada en principio que se va incrementando hasta acabar en la acusación por abusos sexuales", indica Fontcubierta, que añade que la acusación fue cursada a través del Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía (SAVA), censurando y criticando cómo se hizo y que por ello reclamó ante diversas instancias e instituciones.
"Solo entrevistan a mi hija y a la madre y a mí me ignoran, a pesar de que yo curso petición para que puedan valorar el perfil que yo presento".
"El juzgado aplica medidas cautelares y estoy un año sin ver a mi hija. Se produce el juicio, salgo absuelto en la sentencia posterior y recupero los derechos de visita. Pero eso se vuelve a trastocar cuando hay otra acusación por malos tratos. Paso por calabozos. Inmediatamente después se aclara la situación".
"Como todo esto es una maquinaria, esta maquinaria se pone en marcha y ya no hay más apelación. En ese ínterin, hasta que yo llego al juicio, acudo a todas las instituciones que puedo acudir, el Defensor del Pueblo, Junta de Andalucía, Consejería de Justicia, Dirección General de la Policía, Consejo General del Poder Judicial, haciendo referencia a lo que yo considero abusos, pero la maquinaria institucional tiene otra manera de enfocarlo".
"No hay ningún tipo de apoyo institucional y acudo finalmente a una psicóloga que trabaja en Valencia, del Instituto Sobre la Violencia, que tiene un equipo puntero que ha definido los protocolos que hay que seguir", continúa Fontcubierta, que expone que este apoyo le ayuda a rechazar un informe de una trabajadora social emitido en el curso de la instrucción judicial y cuya validez puso en duda.
Estos hechos acontecen entre 2004 y 2006.
"En la actualidad hay un convenio de mutuo acuerdo en el cual se regula el régimen de estancia y convivencia con nuestra hija que consiste en una semana con uno y otra semana con otro. Los gastos cada uno los soporta en esa semana y los extraordinarios a medias. Algo tan sencillo como esto me ha costado casi 13 años alcanzarlo. Mi hija, con su crecimiento y edad, ha colaborado que las cosas vayan a su sitio, reivindicando que tiene derecho a su padre".
"Tengo ahora regularizadas y normalizadas las relaciones con mi hija, pero eso a base de un sufrimiento mayúsculo, nauseabundo, que no tiene ningún sentido desde el convenio que ahora regula las relaciones entre mi hija y yo. Como yo he tenido que sufrir escarnio público y social ahora quiero públicamente presentar mi testimonio a la sociedad. Es mi manera de reivindicar que yo he tenido un comportamiento honesto, que he sido un padre ejemplar y que finalmente he alcanzado lo que yo venía pretendiendo, que era tener una convivencia normalizada y equilibrada con mi hija".
"Yo salgo hoy y doy la cara y eso supone para mí someterme de nuevo al escrutinio social, cosa que no me preocupa ni me asusta".
"Me vi afectado en todos los órdenes, a nivel de amistades, a nivel familiar, laboral, de todo, porque la gente te mira y lo primero que se plantea no es si tú eres inocente o no, sino este tío qué habrá hecho".
"El sistema actúa como una picadora de carne. Yo percibí una total falta de interés por el testimonio que yo podía prestar. Hubo un desamparo absoluto", abunda Fontcubierta.
"No hubo una sola persona, excepción gloriosa del abuelo materno, que se acercara a mí a preguntarme si yo había cometido abusos sexuales".
"Nadie vino a preguntarme: 'Oye, ¿esto es cierto?' Es imposible levantar la voz en esta sociedad cuando nadie te quiere escuchar y yo no la dejé de levantar en ningún momento. Tuve un año de alejamiento de mi hija, nadie se preocupó si yo sufría o no. Descubrí un fondo mío que no tenía conciencia de que existía, me crecí con la lucha, me cultivé con la lucha y me curtí con la lucha y eso dio como resultado una presencia de ánimo y una conciencia muy aguda de lo que es el sistema y de cómo hay que actuar. El sistema está previsto para unas determinadas cuestiones. Si tú no tienes los requisitos que esas cuestiones establecen, el sistema no hace nada por ti; al contrario, te tritura. Es la realidad que yo he vivido".
Fuente: EuropaSur
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