Este artículo de EL PAÍS introduce el paternalista ('maternalista') tópico habitual:
- Si las mujeres han dado pasos de gigante, se han incorporado al mundo del trabajo y han ganado en libertades, los hombres a menudo viven los cambios con cierto desconcierto, a remolque, sin tener muy claro el lugar que quieren ocupar en el nuevo reparto.
Por
mi parte, tengo perfectamente claro "el lugar que quiero ocupar". Otra
cosa es que el sistema económico, y por tanto la sociedad civil y la política, vayan
mucho más despacio en lo que se refiere a desactivar los roles del
género masculino que los del femenino. Y ésa es una tarea de los hombres
(y las mujeres) de hoy. Porque las mujeres no están menos
"desconcertadas" que los varones respecto a los roles del género masculino...
Claro que pocas mujeres lo reconocen. Algunas creen tener las ideas claras al respecto (así lo aseguran), pero en realidad
desean una cosa ahora y la contraria a los diez minutos... Obviamente
sus caprichos no son (ni pueden ser) un referente de conducta para nadie.
Ni siquiera para los hombres... Los referentes de conducta son los
valores, y esos se dilucidan en el debate público. Sin paternalismos
(ni 'maternalismos'). Y sin la dirección de la secta feminazi de guardia.
Con libertad. ¿"Desconcierto de los hombres"? No me hagan reir...
Ellos también crían
Grupos de hombres con hijos exploran cómo ganar protagonismo en la paternidad y cómo redefinir los roles de género en la pareja
Sentada la pareja en la consulta, la pediatra mira a la madre para
explicarle cómo debe suministrar el antibiótico al pequeño. Cuando el
profesor les cuenta cómo va el niño, ella es también el blanco de las
miradas. Si salen a comprar ropa de bebé, la opinión de él no cuenta.
Estas situaciones ilustran dinámicas sociales y familiares contra las
que una creciente minoría de hombres comienza a rebelarse. Cada vez más
padres se encuentran incómodos en el papel de actores secundarios en la
crianza de sus hijos. Quieren dejar de ser ayudantes de unas madres
todopoderosas a las que se les atribuye el don innato de criar. No
quieren ayudar, quieren compartir decisiones, emociones y trabajo
doméstico a partes iguales. Quieren ser padres mucho más presentes. Este
magma de reflexiones y frustraciones es el que ronda las cabezas de los
nuevos padres, hombres que se juntan por toda España para explorar
otras formas de ejercer la paternidad, distintas de las que aprendieron
de sus padres.
A última hora de la tarde, media docena de padres se deja caer por La
cocinita de Chamberí, una tienda de alimentación infantil de Madrid en
la que se reúnen cada 15 días. Raúl Fernández, asiduo desde hace nueve
meses explica su porqué: “Quiero vivir la paternidad de un modo más
intenso que mi padre. Ellos lo hicieron lo mejor que pudieron, pero
nosotros lo queremos hacer de otra manera. No nos gusta el rol de padre
macho ni autoritario; buscamos la autoridad por otras vías, con más
afecto”, explica Fernández, trabajador de una empresa de telefonía móvil
con una niña de cinco años. Luego llegan Fernando —padre de dobles
mellizos—, Abraham, Chema y el resto del grupo, al que han llamado Si los hombres hablaran.
En este espacio comparten dudas, frustraciones, consejos y encuentran
refugio entre unos iguales que nadan a contracorriente en una sociedad
en la que la mayoría de los hombres no acaba de participar plenamente en
la crianza de los hijos.
Si las mujeres han dado pasos de gigante, se han incorporado al m
trabajo y han ganado en libertades, los hombres a menudo viven los
cambios con cierto desconcierto, a remolque, sin tener muy claro el
lugar que quieren ocupar en el nuevo reparto. “Ante estos cambios, el
hombre moderno intenta reubicarse y buscar un nuevo espacio, pero
resulta muy complejo y, con frecuencia, se encuentra perdido”, escribe
Ramón soler, coautor de Una nueva paternidad (Pedagogía Blanca).
En la crianza, el cambio definitivo queda aún muy lejos. Ellas son
por ejemplo, las que mayoritariamente solicitan la prestación por
maternidad, a pesar de que el padre puede compartirla si quiere. Apenas
3.771 hombres disfrutaron de ese permiso frente a 206.884 madres de
enero a septiembre de este año, según datos de la Seguridad Social. Es
decir, los padres que se acogieron a prestaciones más allá de los 15
días de paternidad suman el 1,7% del total de permisos. Algo parecido
sucede con las excedencias por cuidado de un familiar, de las que solo
el 7,7% las solicitaron hombres. Ellas son también mayoritariamente las
que se reducen la jornada, las que se ausentan del trabajo cuando el
niño está enfermo o las que le llevan al dentista. Es cierto que cada
vez se ve a más hombres en los parques y en las reuniones escolares,
pero son aún casi la excepción. “Para que la sociedad realmente cambie,
resulta ineludible definir y delimitar el papel del nuevo padre”, apunta
Soler.
Madrid, Barcelona, Alicante o Pamplona son algunas de las ciudades en
las que funcionan grupos de crianza de hombres. “Es una explosión”,
señala Javier Domingo, el psicólogo que el año pasado puso en pie Si los
hombres hablaran. “Y crecerán, porque detectamos mucho interés. Los
hombres no suelen hablar de lo que les pasa como padres, mientras que
para las mujeres es más fácil compartir preocupaciones con las amigas,
la familia o los grupos de lactancia”.
Como psicólogo, Domingo se topa a menudo con parejas en crisis cuyas
relaciones se agrietan con la llegada de los niños y en las que el
difícil ajuste de reparto de roles no acaba de producirse. “Muchos
hombres nunca han tenido que cuidar a nadie”, explica. “Cuando tienen
hijos son frecuentes dos tipos de comportamientos. Por un lado, la
evasión: se quedan en el trabajo hasta que los niños están bañados, se
entregan al running, al Candy crush o se apuntan a webs de contactos.
Por otro lado, se someten a los dictados de su pareja, que decide cómo
se cría al niño, y se frustran, porque se sienten permanentemente
juzgados”. El grupo de Domingo se mira en un espejo llamado The good man Project,
cuyos creadores definen como “una conversación internacional sobre lo
que significa ser un hombre en el siglo XXI” para tratar de “comprender
su papel en un mundo en pleno cambio”.
Los padres que se acogieron a prestaciones más allá de los 15 días de paternidad suman el 1,8% del total de permisos
A ese cambio le dan también vueltas en El Arenero, un grupo nacido
hace mes y medio en Madrid. Andrés Muñoz está detrás de la iniciativa.
Su motivación nació de una reflexión sobre las relaciones afectivas
entre padre e hijo: “Quería encontrar mi manera de relacionarme con mi
hijo, sin reproducir los roles que había aprendido. Los hombres
desarrollamos mucho lo racional, pero menos los sentimientos. Yo no
quería ser el duro, el que castigaba, y su madre la que le consolara. No
me apetecía ese papel”. Muñoz buscó libros de autoayuda sobre crianza,
pero vio que sobre todo estaban dirigidos a mujeres y optó por montar su
grupo. “La receptividad ha sido brutal”, dice. “Hay mucha necesidad de
hablar y de cuestionar”. Al Arenero los hombres van con sus hijos,
porque creen que de lo contrario la actividad supondría una carga más
para la madre.
El reparto de las tareas en casa es uno de los temas estrella en este
y otros grupos. A estas alturas. Sí, porque incluso en los universos
domésticos más igualitarios, la llegada de los niños desbarata cualquier
equilibrio de género posible. Lo certifica Leandro Carmona, coordinador de La Tribu, un grupo de Barcelona.
“Los padres que vienen se plantean una distribución más equitativa de
las tareas. Quieren responsabilizarse más allá de llevar el salario,
pero no siempre es fácil. A veces, las mujeres no quieren perder su
exclusividad, que es toda una identidad”.
Ese es otro de los grandes temas del debate de los nuevos padres.
Alejandro Busto, psicólogo y fundador de El diván de Peter Pan disiente
de Carmona. Para él, el latiguillo de que las mujeres no ceden espacio
corre el riesgo de convertirse en coartada. “Hay parte de inseguridad en
los hombres, pero también comodidad. Cuando tú quieres ser parte, eres
parte. Si desde el principio te implicas, lees desde el embarazo,
participarás”. Aún así, Busto piensa que el entorno sociolaboral está
plagado de prejuicios sobre el papel de los padres. “Lo que está claro
es que cuando nos apetece ser parte de esta historia, los hombres lo
tenemos más complicado”.
La papesfera despega
La Red es un buen espejo de la mutación que átraviesan los llamados
nuevos padres. Al boom de tuiteras y blogueras sobre asutnos de crianza
-desde el blog de qué bonito es mi niño, pasando por el de qúe agotada
estoy o la conciliación es poco más que un mito- le ha seguido su
némesis en versión paternal. Aunque hay muchísimos menos, en España hay
ya decenas de iniciativas en Internet dedicadas a la crianza y diseñadas
por y para padres (hombres).
Armando Bastida es padre, enfermero y un bloguero con mucho tirón.
“Este es un momento en el que estamos rompiendo con la educación que
recibimos de pequeños. Muchos padres no quieren repetir la educación
autoritaria que recibieron y buscan otro camino”, cuenta por teléfono
desde Cataluña mientras cambia el pañal a uno de sus hijos que gimotea
al fondo.
“Cada vez veo más padres implicados. En las charlas, cada vez vienen
más y cuelgan más comentarios en mi blog”. Lo abrió hace ya ocho años,
al poco de nacer uno de sus hijos. Fue entonces cuando sintió la
necesidad de expresar lo que iba viviendo, lo que le iba pasando. Desde
entonces, ha escrito más de 2.500 entradas dedicadas a la crianza.
Las vivencias de padre primerizo y la incomprensión de una sociedad
en la que no acaban de cuajar los nuevos modelos de paternidad son los
grandes temas de la que ya se conoce como papaesfera. Relató con humor
algunos de esos econtronazos con el mundo real Enric Bastardas, otro
ciberpadre, durante la presentación de #papiconcilia, una iniciativa que
pelea por horarios de conciliación para padres que trabajan y que
aspiran a llegar a casa antes de que sus hijos estén ya en la cama.
“Despierto a mi hijo, le doy el desayuno, le visto, le monto en el
carrito y salimos a la calle a pasear. Una señora se para a mirarnos y
le dice al bebé: ‘Ay hijo cómo te ha abrigado tu madre”. Es lo que
Bastardas llama con cierta sorna las abuelas sin fronteras, espontáneas
de la vida, propensas a ofrecer consejos no solicitados y considerar a
los hombres incapaces de criar a sus propios hijos.
Más información
- La ampliación del permiso de paternidad se aplaza por cuarto año
- El vértigo de la paternidad tardía
- La custodia compartida ya se concede en el 17,9% de los casos
No hay comentarios:
Publicar un comentario