Premio al mejor videoclip del año para Rihanna en los Vídeo Music Awards de la MTV. Chris Brown, su
amado agresor y también premiado (mejor vídeo masculino), besó en los labios a Rihanna (pincha) cuando ella pasaba a su lado para recoger
su premio (aquí, el vídeo). Toda una puesta en escena para 'subnormales' made in MTV.
Me pega lo normal, artículo de
Arcadi Espada publicado en El Mundo (23 de agosto de 2012):
"Una Rihanna,
cantante pop, ha dicho que ama al que le pegó una buena paliza, un Chris
Brown que fue juzgado y condenado por ello. Las palizas no son
incompatibles con el amor, al menos con
el amor proclamado. Hay gente que, igual que juega a médicos, juega con
el sufrimiento. Pero en este caso no hubo juego, y la mujer denunció la
conducta del hombre. Al que no ha dejado de amar, insiste. Su confesión
redunda en un asunto escabroso. Muchas mujeres son asesinadas porque no
son capaces de alejarse de sus maltratadores. Sus muertes tienen un aire
vago de suicidio y de sobredosis. Hay mujeres que siguen con su hombre a
pesar de que las mata. Otras, porque las mata. No sucede nada demasiado
distinto con la heroína y el alcohol. El feminismo ha querido convertir
la conducta sometida de algunas mujeres en un asunto político,
haciéndolas víctimas del macho. Pero lo cierto es que estas mujeres,
equipadas socialmente con todo lo necesario para huir del peligro (y lo
principal: los dinerillos), son, ante todo, víctimas de sí mismas. Se
trata de mujeres que no son normales. Y utilizo este adjetivo de una
manera libre, tranquila y desenvuelta, porque el adjetivo normal,
después de haber estado recluido durante años en los campos de
concentración del politicalcorrectness ha vuelto triunfante ¡y
normalizado! gracias a monsieur Hollande, el presidente normal, es decir
ce qui ne souffre d’aucune trouble pathologique.
Rihanna es una pobre chica enferma que ama a su maltratador. Digamos, sin apartarnos ni un ápice de la semántica legitimada por monsieur Hollande, que Rihanna es una pobre chica subnormal. Los periódicos pueden recoger declaraciones de personas que sufran este tipo de patologías; pero con la severa condición stendhaliana de que solo sirvan para mostrar la patología. Lo relevante y veraz no es lo que Rihanna dice sobre el amor y la violencia, sino que Rihanna es una enferma. Por desgracia, el tratamiento que los medios dan a sus declaraciones es puramente romántico. Las mismas crónicas que escarbando sobre los hechos con las pinzas del deontólogo eluden incluir referencias a la responsabilidad del alcohol (¡no fuera a ser un atenuante!) en los crímenes de pareja vulgares, se empapuzan de ambigüedad sobre la relación entre la violencia y el amor cuando la víctima no es una cincuentona ama de casa de Albacete, que lo perdonó, sino una top pop. Ya no se trata de la sórdida enfermedad de la dependencia; sino del libérrimo y fértil amourfou. Y me escandaliza que frente a estos relatos el fiscal feminista calle, también sometido. Y no pida, al menos, el inmediato procesamiento de la protagonista, por apología de la violencia y de la droga."
No hay comentarios:
Publicar un comentario