En el verano de 2009 mi madre sufrió un ictus. Le afectó en el hemisferio derecho del cerebro, por lo que tiene desde entonces paralizados el brazo y la pierna del lado izquierdo, entre otras secuelas. El ictus le sobrevino en un contexto de años de estrés y ansiedad, inmersa a mi lado en un proceso judicial emprendido contra mí que nos parecía entonces (desde el principio, en noviembre de 2005) tan kafkiano como estúpido ha resultado ser a la luz de la realidad de los hechos que se han ido precipitando poco a poco.
Mi hijo, la "víctima" que supuestamente trataban de salvar alejándole de mí y, como consecuencia, de toda su familia paterna, ha decidido finalmente hacer todo lo contrario y recuperar el rumbo de su vida, algo que había perdido en todos los órdenes gracias a la "justicia" de la ley española y a unas cuantas personas con nombre y apellidos (ellas saben quiénes son, y yo también lo sé). Mi madre, sentada en su silla, también lo sabe. No voy a explicarle a ella que la ciencia hoy apoya lo que yo intuía cuando le sobrevino el ictus (una hipótesis de puro sentido común), que el estrés y la ansiedad prolongados en el tiempo son factores desencadenantes del ictus. Tampoco le diré que los responsables de su embolia son muy probablemente los mismos que se empeñaron en destrozar (no lo han logrado) la vida de mi hijo sólo para perseguirme a mí por tener el sexo que tengo. No. Mi madre se merece terminar sus días tranquila y feliz junto a su familia, disfrutando de su nieto sin darle vueltas al pasado. Mi hijo y yo, afortunadamente, hemos rehecho nuestras vidas a pesar de esas pseudopersonas irresponsables y orgullosas de su implacable estupidez. Esa es y será su condena, su ignorancia. No es una condena que yo les desee o haya de perseguir esgrimiendo mi relato, es una condena que sufren ya de hecho. Reconforta saber que ya arden en el infierno. Inconscientes, sí... No padecen. Pero es que no viven una vida humana. "Son seres vivos, pero no son seres humanos" (quién se lo iba a decir a Bibiana y a los de su secta). Son una suerte de demonios. Su sitio es ése: el infierno. Amén.
Dejo, satisfecho, el enlace de la noticia que relaciona el ictus con el estres psicofísico prolongado en el tiempo.
Neurólogos del Hospital Clínico
El estrés psicofísico aumenta el riesgo de padecer ictus
MADRID, 3 Sep. (EUROPA PRESS) -
El
estrés psicofísico, junto con la ansiedad y la depresión son factores de
riesgo de padecer un accidente cerebrovascular, según un trabajo de
investigación realizado por un equipo de neurólogos del Hospital Clínico
San Carlos y publicado en la revista 'Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry'.
El equipo de investigadores liderado por el doctor José Egido y el
equipo de enfermería de la Unidad de Ictus del Servicio de Neurología
del Clínico llegó a estas conclusiones tras evaluar a 150 pacientes
adultos y con una edad media de 54 años, además de a otras 300 personas
sanas y de la misma edad residentes en la misma zona.
El estrés crónico que se manifiesta con síntomas físicos o
mentales en respuesta a factores de estrés que duran más de seis meses
se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedades del corazón. Sin
embargo, su impacto en el riesgo de accidente cerebrovascular no estaba
claro, por lo que el equipo de investigadores decidió estudiar este
punto.
Para ello evaluó el estrés crónico a través de las puntuaciones
combinadas de cuatro escalas validadas: los acontecimientos vitales
estresantes, síntomas como la ansiedad y la depresión, el bienestar
general, y los patrones de comportamiento indicativos de personalidad.
FACTORES DE RIESGO Y ESTILO DE VIDA
Los participantes en este proyecto de investigación fueron
evaluados respecto a los factores de riesgo biológicos conocidos para el
accidente cerebrovascular, como son diabetes, hipertensión, colesterol
alto, antecedentes de alteraciones del ritmo cardíaco y la somnolencia
diurna.
Se les interrogó sobre su estilo de vida, incluyendo la cafeína,
el alcohol y la ingesta de bebidas energéticas, así como si fumaban,
tenían una pareja y trabajo.
En comparación con el grupo control sano, el riesgo de un
accidente cerebrovascular fue casi cuatro veces mayor entre los que
habían experimentado un evento asociado a estrés importante en el año
anterior.
Asimismo, una puntuación alta en la Escala de Recuerdo de
Conductas duplica el riesgo de ictus, al igual que una historia actual o
anterior de fumador y el consumo de dos o más bebidas energéticas al
día.
Además, aquellos pacientes con alteraciones del ritmo cardíaco
tienen tres veces más probabilidades de padecer un accidente
cerebrovascular y los que presentaron una somnolencia diurna alta casi
triplicaron su riesgo. Siendo un varón, el riesgo es nueve veces mayor.
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