"España es uno de los pocos países de la Unión Europea donde no existe ni la
especialidad universitaria de psicología ni la de psiquiatría
infanto-juvenil. Su creación es una promesa largamente incumplida por los gobiernos de todos los colores. Sólo una quinta parte de los niños que sufren estos problemas está
correctamente diagnosticado, según datos de Sanidad".
Esto ocurre en un país, España, en el que el Gobierno (con el expresidente Zapatero y sus ministras Aído y Pajín a la cabeza) ha estado años presionando a los jueces para que no se tomen en serio las denuncias por trastornos producidos en menores por alienaciones parentales provocadas por alguno de sus progenitores en perjuicio del otro y de su familia completa. Este negacionismo ha sido, además, avalado por la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN), a la que se apela para darle al discurso negacionista una supuesta legitimación científica. Ambas instituciones, el Gobierno del PSOE (con el apoyo de Izquierda Unida -IU-) y la AEN, han sido los apoyos que el poder establecido en España ha puesto al servicio del sectario lobby feminista (español e internacional), decidido a imponer sus intereses sectarios incluso al precio de negar la existencia (incuestionable) de los trastornos provocados por la alienación parental en niños y adolescentes.
La existencia de alienaciones parentales es un hecho incontrovertible. Lo que es más: el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha condenado repetidamente a los Estados que han favorecido (por acción u omisión) esas alienaciones parentales. La alienación parental puede llevar asociado (o no) un trastorno psicológico en los menores llamado Síndrome de Alienación Parental (SAP) o de otras formas. El sectario lobby feminista y sus servidores llevan años presionando para impedir que la Asociacón de Psiquiatría Americana (APA) incluya ese trastorno en su manual de diagnóstico DSM en su próxima versión (DSM-V), inclusión que llevaría implícita su inmediata incorporación entre las enfermedades reconocidas por la OMS.
La actual ausencia de este trastorno en los manuales de la APA y la OMS es utilizada (tras imponerla) por el lobby feminista para descalificar las denuncias por alienación parental y no sólo para desacreditar las denuncias contra un progenitor por provocar SAP en sus hijos. Aclaro: el lobby feminista está impidiendo que menores que sufren un trastorno, reconocido como tal por centenares de especialistas a nivel nacional e internacional y por múltiples asociaciones de expertos (sólo por citar algunas españolas: la Coordinadora de Psicología Jurídica del Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos de España o la Sociedad Española de Psiquiatría Forense), reciban el tratamiento adecuado para superar ese trastorno; pero el lobby feminista comete esa imperdonable agresión a la salud mental de los menores en un contexto más amplio: su objetivo real es que los tribunales no tomen en serio las denuncias por alienación parental (se incluya en la denuncia una alusión a un trastorno provocado en los menores o no se incluya tal cosa).
El lobby feminista, desde la fundación NOW de EE.UU hasta la asociación más minúscula en España, pasando por el PSOE e IU, naturalmente, tienen que saber que la existencia de alienaciones parentales es indiscutible (pincha). Y que también lo es la existencia de abundante literatura científica que describe los trastornos que algunos menores padecen como consecuencia de esas alienaciones parentales, siendo estas investigaciones de gran utilidad para resolver esos casos. Resumiendo: tienen que saber que con su actitud negacionista no sólo están colaborando en la comisión de lo que constituyen objetivamente delitos, sino que están contribuyendo al peor de los delitos: el maltrato a la infancia. De forma imperdonable, hacen esto por interés... No es de extrañar, pues las personas que causan daño a sus semejantes lo hacen muy pocas veces mediante torturas salvajes; con mucha más frecuencia lo hacen ignorantes de ello: por simple estupidez o por ignorar los daños causados al tener la mente cerrada a todo lo ajeno a sus intereses.
La psiquiatría infantil hace las maletas
España es uno de los pocos países de la UE donde no existe la especialidad médica
La Fundación Alicia Koplowitz beca a profesionales para que se formen en centros extranjeros
M. R. Sahuquillo Madrid 8 JUL 2012
Un 20% de niños y adolescentes sufren algún tipo de trastorno mental, según la Sociedad Española de Psiquiatría. Anorexia, autismo, hiperactividad, ansiedad, trastorno de déficit de atención. Sin embargo, y a pesar de estos datos, España es uno de los pocos países de la Unión Europea donde no existe la especialidad universitaria de psicología ni de psiquiatría infanto-juvenil. Su creación es una promesa largamente incumplida por los gobiernos de todos los colores, que las sociedades científicas y las asociaciones de pacientes no se cansan de reclamar. Pero las cosas van lentas, y mientras, algunos profesionales optan por marcharse al extranjero para obtener formación especializada.
La creación de la especialidad de psiquiatría infanto-juvenil ha estado, sin éxito, en la agenda de varios ministros
Juan José Carballo se fue a la Universidad de Columbia, en Nueva York, con una beca de la Fundación Alicia Koplowitz,
la única organización en España que tiene este tipo de ayudas para la
especialización en psiquiatría de la infancia y la adolescencia. Esta
fundación otorga becas de formación avanzada —que duran dos años y que
permiten ampliar estudios en prestigiosos centros de Reino Unido o
Estados Unidos— y también ayudas para estancias cortas y proyectos de
investigación. Carballo, psiquiatra, participó en el programa avanzado
en 2005/2006. Gracias a él, cuenta, pasó dos años en Estados Unidos
especializándose en atención infantil. Una parte fundamental de la
psiquiatría por la que empezó a interesarse en una de las rotaciones del
MIR. Duró cuatro meses y que se le quedó más que escasa. “Sentí que era
un periodo demasiado corto para considerarme competente en un área tan
específica y compleja”, dice.
Celso Arango, secretario de la Sociedad Española de Psiquiatría,
explica que la formación especializada en este campo es fundamental.
“El 70% de las enfermedades mentales tienen sus primeros síntomas
durante la infancia y la adolescencia. Incluso el trastorno bipolar o la
esquizofrenia”, sostiene este experto, que explica que estas patologías
–que no siempre se diagnostican—, cuestan cada año casi 800.000
millones de euros en la UE. Un coste económico al que se le añade
también el altísimo coste social para los enfermos y sus familias. “Por
eso el diagnóstico precoz desde la infancia es fundamental. Y a ello
ayudaría la creación de la especialidad médica de Psiquiatría infantil y
juvenil”, abunda.
Su creación está —junto a la de Genética— también en la agenda
de la ministra de Sanidad, Ana Mato, aunque los expertos recelan de que
esta vez sí vaya a materializarse. Y aunque lo hiciera, su implantación
llevaría al menos cuatro años desde su aprobación.
Mientras, insiste Arango, el mecenazgo y la colaboración de
organizaciones privadas como la de Alicia Koplowitz es esencial. María
Concepción Guisasola, coordinadora de programas científicos de esta
fundación, explica que el objetivo de las becas de esta institución
—dotadas con unos 40.000 euros anuales— es precisamente cubrir el hueco
en la formación de los profesionales. “Que la psiquiatría o la
psicología infantojuvenil no estén reconocidas no significa que no haya
enfermedades mentales en esas franjas de edad. Es una realidad a la que
hay que prestarle mucha atención”, dice.
El objetivo de esta entidad es cubrir con sus ayudas el hueco de formación que existe
Así, a través de las becas avanzadas, los profesionales —psiquiatras
que hayan acabado el MIR o estén en el último año, y psicólogos clínicos
con el PIR o que lo estén completando— pasan dos años formándose en
instituciones punteras como el King’s College de Londres o el hospital Bellevue,
de Nueva York. Allí, explica Guisasola, pueden ver a pacientes y tener
una rica e intensa actividad investigadora y docente. A su vuelta, los
becarios tienen la opción de incorporarse al hospital español que
escojan durante seis meses pagados por la Fundación. “La idea es que
estos profesionales vuelvan a España y establecer una red de
especialistas exbecarios para que los niños estén atendidos en todo el
país”, sigue Guisasola. De hecho algunos becarios ya han creado sus
propias unidades, aunque otros se han quedado en los hospitales donde se
han formado.
Leticia Gutiérrez-Galve, psiquiatra de 33 años, es una de los cinco becados de esta edición —la novena convocatoria—. Irá al St Mary Hospital
de Londres. Allí, trabajará sobre la influencia de los trastornos
psiquiátricos de los padres —en concreto los depresivos— en el
neurodesarrollo de los niños. Gutiérrez-Galve, que ahora trabaja como
psiquiatra infantil en el Hospital Universitario de Zaragoza, ha elegido
el St Mary porque en ese centro seguirá las mismas rotaciones que los
residentes del hospital. “Así se combina la investigación y la clínica”,
explica. “En España no hay forma de especializarse, así que una opción
es irnos fuera. El tratamiento y la prevención de los trastornos
psicopatológicos de los niños y los adolescentes es muy importante
porque esta etapa es crucial en el desarrollo y evolución de los
trastornos psiquiátricos”, añade.
"Algunas patologías que sufren los niños son completamente distintas a las de los adultos", dice una psicóloga clínica
Pero solo una quinta parte de los niños que sufren estos problemas
está correctamente diagnosticado, según datos de Sanidad. Algo que puede
tener, además, un largo recorrido ya que los pacientes cuyo trastorno
psiquiátrico comenzó en la etapa juvenil tienen un peor pronóstico que
aquellos en los que se inició en la etapa adulta.
Rebeca García Nieto, psicóloga clínica y exbecaria 2008/2010 de la
Fundación Alicia Koplowitz, explica además que algunas patologías que
sufren los niños son completamente distintas a las de los adultos, como
la hiperactividad o el déficit de atención. Esta psicóloga de 34 años
siguió el programa de formación avanzada en el hospital Bellevue, de
Nueva York, donde se especializó en traumas, en niños que han sufrido
algún tipo de abuso físico o sexual. “Los niños se recuperan de los
abusos también de una manera totalmente distinta de la de los adultos”,
asegura García Nieto, que ahora es una de las psicólogas del centro de
salud mental de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid, donde, además,
investiga sobre el suicidio.
Mañana en un evento en Málaga donde participan dos Psicoanalíticos Sociales de los Juzgados y una Abogada, me será de apoyo este articulo para hacer alguna pregunta sobre el tema. Gracias
ResponderEliminarHas mencionado a los psicoanalistas. El psicoanálisis es una teoría psicológica como hay otras, y tiene sus propias terapias. Lo que es un hecho es que en ocasiones es la única oferta de tratamiento psicológico que ofrecen algunos centros de salud mental en la sanidad pública. Lo cual es una auténtica vergüenza... Desde luego, si uno se encuentra con un psicoanalista como psicólogo en un juzgado ya puede darse por perdido. Para él no hay causas sociales de los trastornos, no hay conflictos relacionales que resolver. Si hay un trastorno, todo se centra en la mente del sujeto que lo padece... Obviamente, si hay alguien que sufre agresiones psicológicas estará en la más absoluta indefensión.
ResponderEliminarDe todos modos, imagino que has llamado "Psicoanalíticos sociales" a los psicólogos de los equipos psicosociales de ese Juzgado no porque sean psicoanalistas (que seguramente no lo son), sino simplemente porque los equipos psicosociales no te merecen demasiado respeto en términos generales. Obviamente, cuando tienen un sesgo ideológico que jibariza su criterio científico tienen más peligro que un lobo cuidando de las ovejas.